En el último tercio del siglo XIX despunta una crisis terminal y de nacimiento que atraviesa todo el XX y que sigue aún abierta: «una hora crítica», «una crisis como nunca la ha habido», testificaban Mallarmé y Nietzsche. Josep Casals se acercó ya en Afinidades vienesas (publicado en esta misma colección) a un epicentro de esa sacudida. Y en Constelación de pasaje, con la misma amplitud de visión y acaso con más ambición aún, extiende el foco a los cien años que median entre la fecha simbólica de la Comuna y las últimas décadas del siglo XX. En este caso el principal escenario es París ââ y en concreto, la interacción de dos momentos de gran riqueza, encarnados en figuras como Offenbach, Manet, Rimbaud, Gauguin, Cézanne, Valéry, Rodin, Camille o Paul Claudel, de un lado, y Bataille, Leiris, Blanchot, Lacan, Duchamp, Unica Zurn, Bellmer, Duras, Barthes, Foucault, Genet o Deleuze, de otroââ . Sin embargo, la indagación en torno a esa muerte del Padre (lláme
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